miércoles, 4 de junio de 2014

Creador de historias bonitas.

La infancia es la guardería del autoestima. Uno siempre tiene a ser muy seguro de pequeño. a valorarse y por lo mismo cuidarse en muchos ámbitos de la vida. Se dice que los niños son seres humanos asombrosos. Pero que con los años se va perdiendo. Siendo adulto, me doy cuenta de muchas cosas ciertas frente a eso. Ya no disfruto las cosas como antes, hay cosas que me gustan, pero de niño esas mismas cosas te generaban escalofríos, emociones fuertes y mucha adrenalina. Ahora es mas bien un "me gusta". Por lo mismo, si transferimos todo el crecimiento cronológico del humano al amor, entonces tenemos que el amor inicial es un amor lleno de posibilidades diversas, pero que tras diferentes situaciones y a veces fracasos en las relaciones, van disminuyendo dichas posibilidades, y a diferencia de un niño, uno de adulto ya no cuida mucho su autoestima y nos refugiamos en vicios para tolerar el estar en nuestra posición. Si uno inicialmente puede creer que al ser un amor novato, un amor sin mancha, tiene todas las posibilidades de escribir una linda historia de amor, uno cuando crece pierde la capacidad de creer en uno en esa manera. Yo por mi parte, dejé de creer que podía escribir una bonita historia de amor, pues ante tanta interacción tóxica, siempre estaba en una faceta diferente a la que exhibo al estar feliz. Pero hoy, conociéndome más, tras superar muchas penurias y desilusiones, conociendo otras personas que afortunadamente ingresan a mi vida, puedo decir que nuevamente me siento capaz de "escribir una bonita historia de amor". ¿Y tu? ¿Cuándo te decidirás a recuperar la idea que tu puedes ser parte de una historia bonita?

martes, 20 de mayo de 2014

A veces...

A veces extraño el amor.
A veces extraño el viento.
La vida se vuelve arena
cuando domesticas tu promesa.

A veces tengo miedo,
a volver a perder mi corazón.
A veces tiembla en mi oido
la muerte y tu nombre en la misma canción.

Una misión de vino y noche
se fundieron con la conversación nauseabunda
de las personas que sin cuidar del otro en sus manos
derraman la sangre de los desvelos ajenos.

A veces siento tristeza.
Que se funde en los suaves tragos
de cebada que se incendian con mi mente,
para dar descanso un segundo, a esta vieja máquina.

A veces corro libre.
Siempre y cuando mi ánimo
permita imaginar en mis dias
dicha fantasía matutina.

A veces extraño, 
algo que jamás tuve.
Lo descubro y lo admiro
como algo tan lejano como mi voz.

jueves, 20 de marzo de 2014

Las palabras las borra el aire que traspasa el verde color...

La gente me dirá loco. Nadie puede amar su trabajo. Pues bien, les tengo malas noticias. Si amo mi trabajo durante unos segundos, para luego retornar a la calma de resignarse a tener que ganarse el sustento realizando algo por lo que no cobrarías, sino que lo harías de otra manera. El tema es que mucha gente ama lo que hace por vocación, por logros, por ambición. En mi caso no es así. No me mal entiendan, no es que no haya vocación, solo que hacer lo que te gusta bajo las reglas que no te acomodan no es mi manera de volver lo que se hace un arte. Pero eso sí, descubrí... no... error. Re descubrí algo que amé toda mi vida, y no me di cuenta hasta recuperarlo. Valorar las cosas sencillas. Mucha gente piensa que esto es conformarse con poco, pero no. Es maravillarse con cosas tan simples como un árbol solitario en medio de una loma llena de maleza, como perderse en los reflejos de las ramas del árbol de navidad decorado por las luces, como enamorarse en el fenómeno infantil del olor a nuevo en las cosas y los juguetes. Es el solo hecho de ver las ramas de un arbol enorme, verde fuerte, verde jóven como solo él sabe serlo. Me gusta ver como lo mueve el viento y como cada vez que llego y ha parado de llover, sus ramas me dejan experimentar a pleno sol lo que ambos hemos bautizado como lluvia de árbol.



domingo, 23 de febrero de 2014

Y ahora señores, la introducción al segundo capítulo de esta obra...

Mientras la fruta se pudre en el suelo, voy construyendo el amor verdadero.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Manos de atleta



Sus curvas me hacen desearla cada vez que la veo. El placer plateado de cada parte que la compone, el color que maneja en su cuerpo, en sus detalles, en cada segundo. Es la única capaz de atrapar mi mente y cada jodida emoción que brilla en un flash a través de mis ojos. Cuando logro tocarla, emite los sonidos más dulces, que se transforman en notas que bailan en mi cerebro, cosquillean mis entrañas y besan mis heridas.

Cada vez que comienzo a recordarla, cada acorde me aleja, me lleva al lugar donde ella no estará jamás. Por eso será siempre mi fiel compañera, de un alma triste que practica en exceso la autocompasión y que por lo mismo, se pierde en el ritmo del paso de los días. Cada acorde es un tranco avanzado, un escape a esta mente traicionera que por las noches aún me pena. Guitarra, no me sueltes.

Limpia tu cuarto



Vaya que ha cambiado el estilo de música que se publica acá, aunque parece a nadie importarle mas que a mi. Bueno, es porque mucho tiempo ha pasado. Dejé las cavernas durante largo tiempo, para evitar encontrarme con dibujos y murales del pasado, ahora nuevamente tomo mi propia sangre para escribir en el muro pedregoso, las historias de este extraño ser humano que creo ser.

Little Joy llegó a mi vida al igual que muchos otros artistas indies, como un infarto espontáneo a mi emocionalidad, generando convulsiones entre  la alegría, la melancolía y la calma. Pero sobre este tema, Evaporar. No se portugués y aún buscando la traducción es poco lo que se entiende. Es una mente abstracta plasmando emociones, las cuales no se entienden con la razón. Pero me hace pensar respecto a que cosas se evaporan en nuestra vida. En el fondo cuando algo se evapora, siempre deja un rastro detrás. Esto es el aprendizaje. El amor se evapora, la esperanza también, junto a los sueños y proyectos, pero queda el alma rota. Esto no es algo malo, es parte de crecer a golpes. Es parte de aprender a amar, de restringirse y reestructurarse. Hoy no me siento arquitecto de mi vida, solo estoy a la deriva de los golpes sordos que da el interactuar con los demás. Se que usualmente me muestro, para los que me conocen, como una persona sociable y normal, pero no imaginan lo difícil para mi que es el simple hecho de caminar como los demás, o conversar como los demás. No es un acto montado, no es una interpretación, realmente soy yo, pero con mucho esfuerzo para no sucumbir ante la idea de ser un fracaso socializando.

En mis días ya no llueve, pero tampoco llega la primavera. O quizás si llegó, pero ahora ya no volverá a expresar los mismos colores y aromas. Se evaporaron, dejando únicamente la idea de que eventualmente, existe una estación en donde todo lo vivo florece.

sábado, 4 de agosto de 2012

Comunicación al azul del cielo



 ¿Siempre tengo que acompañar mis entradas del blog con música? Sí, lamentablemente es mi forma de comunicarme. Amo la música, y me gustan muchas canciones y bandas, pero con esta canción tengo una relación de amor y odio. Me encanta porque la melodía es impecable, perfecta, el problema es la letra y el mensaje. Es un día agitado, con miles de ideas y sentimientos en mi cabeza.

Con la duda sobre el mañana y también sobre lo hecho durante toda mi vida hasta este momento. Solo me queda mirar el cielo, despejado tras una noche de lluvia y suspirar.

 El amor no me es esquivo, sino que es travieso. Juega entre mis dedos hasta que se hostiga y emprende vuelo para seguir con su rutina. Solo puedo mirar el cielo y repetir tu nombre.

 Me cuesta encontrar fuerza en mis decisiones, aun si se que son las mejores. Es posible que no tenga realmente esa certeza, pero a veces te sientes empujado al abismo por las circunstancias. Únicamente miro al cielo, esperando borrar recuerdos y pensamientos.

 ¿Si soy feliz? No, pero pretendo aprender a serlo. Quizás no será como antes, quizás no será con esa persona, pero las personas somos adaptativas siendo esto casi un conformismo fatal, pero es lo que queda. Solo me queda mirar el cielo, y soltar mis ilusiones para que se funda con su celeste furioso. Y bueno, también hay nubes, a ellas les declaro mi inocencia.

 ¿Inocencia? Disculpa, no debiste leer eso. Nadie es inocente, ni tampoco nadie es totalmente víctima o victimario. La vida es difícil, lo sé, pero no por eso es mala. Todo lo contrario. Mucha gente ve la vida como una montaña rusa, con altos y bajos pero en cambio yo creo que las personas no somos tan pasivas al recorrer nuestra vida, hay muchos momentos decisivos y actos que guían nuestra vida. Ojo, que esto quiere decir que a veces con actos ya hemos decidido, aun si no estamos de acuerdo con esa decisión. Yo veo la vida mas como la labor de un jardinero, en donde depende mucho de él el estado y crecimiento y belleza de su jardín. Lo malo se debe podar, pero hay que saber diferenciar entre un brote que no tiene esperanzas de un brote que necesita solamente un poco mas de cuidado. El jardinero siempre esta solo en su trabajo, no cuenta ni su asistente, ni quien lo espera en casa ni nada. Es solamente el y la naturaleza. Cada uno, sin discriminar edad ni sexo ni nada, es el responsable de como irá su vida de aquí en adelante y a medida que el jardinero va ganando experiencia, gana una mayor habilidad para reconocer lo que si ayuda al desarrollo de su jardín y lo que no. No te garantizo que el jardín estará algún día perfecto, sin nada que hacer, pero es eso precisamente lo que es para mi el sentido de la vida, un constante labor en preocuparte en crecer como persona, en ser mejor cada día, y eso no implica perfección, sino que desarrollo. Aún así, pese a todo esto, por hoy día sólo me queda mirar el cielo y suspirar.