miércoles, 18 de diciembre de 2013

Manos de atleta



Sus curvas me hacen desearla cada vez que la veo. El placer plateado de cada parte que la compone, el color que maneja en su cuerpo, en sus detalles, en cada segundo. Es la única capaz de atrapar mi mente y cada jodida emoción que brilla en un flash a través de mis ojos. Cuando logro tocarla, emite los sonidos más dulces, que se transforman en notas que bailan en mi cerebro, cosquillean mis entrañas y besan mis heridas.

Cada vez que comienzo a recordarla, cada acorde me aleja, me lleva al lugar donde ella no estará jamás. Por eso será siempre mi fiel compañera, de un alma triste que practica en exceso la autocompasión y que por lo mismo, se pierde en el ritmo del paso de los días. Cada acorde es un tranco avanzado, un escape a esta mente traicionera que por las noches aún me pena. Guitarra, no me sueltes.

Limpia tu cuarto



Vaya que ha cambiado el estilo de música que se publica acá, aunque parece a nadie importarle mas que a mi. Bueno, es porque mucho tiempo ha pasado. Dejé las cavernas durante largo tiempo, para evitar encontrarme con dibujos y murales del pasado, ahora nuevamente tomo mi propia sangre para escribir en el muro pedregoso, las historias de este extraño ser humano que creo ser.

Little Joy llegó a mi vida al igual que muchos otros artistas indies, como un infarto espontáneo a mi emocionalidad, generando convulsiones entre  la alegría, la melancolía y la calma. Pero sobre este tema, Evaporar. No se portugués y aún buscando la traducción es poco lo que se entiende. Es una mente abstracta plasmando emociones, las cuales no se entienden con la razón. Pero me hace pensar respecto a que cosas se evaporan en nuestra vida. En el fondo cuando algo se evapora, siempre deja un rastro detrás. Esto es el aprendizaje. El amor se evapora, la esperanza también, junto a los sueños y proyectos, pero queda el alma rota. Esto no es algo malo, es parte de crecer a golpes. Es parte de aprender a amar, de restringirse y reestructurarse. Hoy no me siento arquitecto de mi vida, solo estoy a la deriva de los golpes sordos que da el interactuar con los demás. Se que usualmente me muestro, para los que me conocen, como una persona sociable y normal, pero no imaginan lo difícil para mi que es el simple hecho de caminar como los demás, o conversar como los demás. No es un acto montado, no es una interpretación, realmente soy yo, pero con mucho esfuerzo para no sucumbir ante la idea de ser un fracaso socializando.

En mis días ya no llueve, pero tampoco llega la primavera. O quizás si llegó, pero ahora ya no volverá a expresar los mismos colores y aromas. Se evaporaron, dejando únicamente la idea de que eventualmente, existe una estación en donde todo lo vivo florece.